De acuerdo al SMN, se había pronosticado lluvia y chubascos para la zona central del Distrito Federal, justo por la ubicación del Palacio de Bellas Artes, ubicado a pocos pasos del corazón de México. Pero ni Tláloc ni nadie evitaría que el público mexicano pudiera disfrutar de la voz de una de las aún vivientes leyendas del canto lírico, que es estandarte tanto del arte lírico como popular así como exponente del talento afroamericano y activa altruista: la soprano estadounidense Jessye Norman.
Pocas veces, la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes se llena de toda la musicalidad, misticismo y alegría que una gran voz como la de Jessye Norman puede generar por sí sola, acompañada modestamente por un elegante piano ejecutado por el maestro Mark Markham. ¿Cómo podría calificar el trabajo de esta dupla? Como una maravilla. ¿Y el concierto? Como una bocanada de cielo puro.
Quizá el repertorio elegido por la soprano y su acompañante no es el que genera más entusiasmo y quizá se le califique de agringado, pero ello no quiere decir que no sea bello, apasionado y entregado y que después de todo, no todo lo que da Estados Unidos en cuanto a música se refiere tiene que centrarse en una conocida cantante-performancer. Recuerdo como la señora que se había sentado a mi lado se quejaba amargamente de como ella esperaba «una Carmen» o «un Tristan und Isolde«.
Con un ligero retraso de casi diez minutos de la fecha marcada como inicio; Jessye Norman salió al escenario, ataviada en un sobrio vestido en tonalidades rosáceas (¿violeta?, ¿fucsia?, ¿rosa mexicano?) y acompañada por el pianista Mark Markham, siendo recibida con la ovación del público sin apenas haber abierto la boca para cantar.
Dividido en cuatro ciclos, Jessye optó por ofrecer un homenaje sintetizado a la larga tradición de Musicales que se ha generado en su país, es música que la misma Norman ha escuchado y la cual también la ha podido inspirar, así como cantantes que quizá ha esperado imitar en lo interpretativo y que han tenido gran influencia no solo en su propia vida musical, sino en la de todo sus connacionales. Los dos primeros ciclos mostrarían la gran variedad que el género ha dado, mientras que los dos últimos servirían como tributo a Odetta, Lena Horne, Ella Fitzgerald, Nina Simone y Duke Ellington, grandes nombres asociados al mismo.
Celebración del musical americano
I
Somewhere (West Side Story) – Bernstein
You’ll never walk alone (Carousel) – Rodgers & Hammerstein
But not for me (Girl Crazy) – George Gershwin
I got rhythm (Girl Crazy) – George Gershwin
II
The man I love (Lady, be good) – George Gershwin
Sleepin’ bee (House of flowers) – Arlen
Climb ev’ry mountain (The Sound of Music) – Rodgers & Hammerstein
Lonely town (On the town) – Bernstein
My man’s gone now (Porgy and Bess) Gershwin
III
Another done gone man – Tradicional
Stormy Weather – Arlen
Summertime (Porgy and Bess) – Gershwin
My baby just cares for me – Donaldson Kahn
IV
Meditación para piano – Duke Ellington
Don’t get around much anymore – Duke Ellington
I’ve got it bad and that ain’t good – Duke Ellington
It don’t mean a thing if it ain’t got that swing – Duke Ellington
Aparentemente, un repertorio no precisamente exigente en cuanto a lo vocal y que no presentaría un problema importante para las tablas de Norman. Nada más equivocado que eso. Es un repertorio en el cual debe interpretarse además de cantarse, convertir lo conocido en algo totalmente nuevo y mejor/peor aún: dejar huella en él, y Jessye Norman lo logró, con su exquisito arte, su inconfundible voz, sus increíbles habilidades musicales y su majestuosa presencia. Cada una de sus recreaciones de un repertorio tan conocido se ganó el aplauso al término de cada una y la ovación del respetable en determinadas ocasiones.
En cuanto a cuestiones vocales, su voz sigue siendo poderosa, sobre todo en los graves y la zona media. Su habilidad para los pianissimi es aún latente y esa musicalidad innata estuvo siempre presente, sobre todo en aquellas versiones jazzeadas o con swing en los cuales, Norman no dejo de transmitir todo el sentimiento requerido. El respetable no podía más que callar y dejarse llevar por sentimientos tan polarizados entre lágrimas y risas. Efectivamente, el agudo no es su fuerte, cosa que a nadie en la sala le importó.
Una vez finalizado el programa concertado, fue tanto el clamor del público y las ganas de la soprano por estar con nosotros y brindarnos más de su arte, que nos ofreció dos bises: El primero el espiritual He’s got the whole world in his hand y el segundo la fabulosa Amazing Grace, que inició primero tocando el piano por ella misma y después, dirigiendo al público al que pidió que le acompañara con un murmullo al ritmo de tan hermosa canción. El resultado es difícil de descifrar, yo lo calificaría como «algo que no fue de este mundo».
Fueron dos horas maravillosas en las cuales Jessye Norman nos mostró que sigue vigente y que aún la tenemos por un rato. Que cuando los años de experiencia y calidad vocal hablan por el artista, no es necesaria toda esa parafernalia que las casas discográficas hacen hoy en día para dar a conocer a cantantes líricos de dudosa profesionalidad e incluso talento necesario. Ojalá este tipo de artistas de talla internacional y de talento indiscutible pudieran venir más seguido a México.
Gracias por haber venido Jessye Norman, por regalarnos una noche mágica auténtica de gozo, de alegría y de deleite, pues los que realmente apreciamos la música (conociéndola o no) sabremos apreciar infinitamente.
Antes de finalizar este post, quiero agradecer a un asiduo lector y amigo por permitirme usar imagenes captadas por él mismo tan ilustrativas por su excelente ubicación: Alejandro Macías. Gracias por compartir este invaluable material y también por captar, aunque sea unos minutos, parte de su interpretación en The Man I Love. A continuación, les dejo dos videos que pudé captar desde mi localidad, espero los disfruten.
My man’s gone now
Summertime
The man I love*
*Video captado por Alejandro Macías